Gracias por mandarme vuestros comentarios y email con todo tipo de críticas y apoyos. Eso implica que de alguna forma os interesa algo de las líneas que introduzco en el blog.
Gracias de nuevo.
Me ha llamado mucho la atención el interés que él no profesional del marketing 2.0, pero si directivo, ejecutivo o profesional empresarial está poniendo a algunos, que más que consejos o recomendaciones propias, son las conclusiones lógicas de la inercia que el mercado exige y de ahí que me atreva en publicarlas.
Esa favorable reacción es la que me sigue animando a compartir mi experiencia de veinte años en la comunicación en el mundo de los videojuegos, la publicidad y el e-marketing inmerso en el entorno tecnológico, que es el que ayudó junto a la web al desarrollo de todo los cambios que estamos viviendo y los que sin duda nos tocará vivir a corto plazo sin capacidad de poder sorprendernos.
Pensamiento 3.0, ¿un paso
adelante o una moda pasajera?
Escribir ideas en un blog… colgar un video en YouTube… añadir unos
contactos en linkedin… informarme a través del menéame… poner mis fotos en
flickr… o escuchar un podcast… De un tiempo a esta parte, son palabrejas que
están entrando a formar parte del vocabulario de un colectivo cada vez mayor de
personas, aparecen en nuestros medios de siempre, periódicos y televisiones.
Todavía no son de uso común para la mayoría de la población, pero poco a poco se
van haciendo un hueco en el imaginario colectivo y, para algunos grupos de
población, son ya el pan nuestro de cada día. Te sorprendería lo poco que falta
para que sean amplia mayoría.
Pero más importante que las palabras son las actitudes y rutinas que se
esconden tras esos conjuntos de letras en ocasiones impronunciables, sacadas de
la comunicación verbal de otras culturas y por lo tanto más extrañas si caben.
Todo tiene que ver con eso que se ha dado en denominar “la web 2.0” y
que visto la realidad de su crecimiento yo le pondría ya el 3.0 si le incorporamos
la vuelta de la virtualidad de la red a la movilidad de los receptores y a la
realidad aumentada o enriquecida que también es una realidad comunicativa, otro
auténtico giro en la búsqueda de soluciones.
Que más que una cuestión tecnológica es una cuestión de costumbres; los
aspectos técnicos se han simplificado para hacer que cualquier persona pueda
hacer un uso mucho más activo de la red, excediendo así el papel de mero
espectador que tenía antes ante la información y la comunicación. Estos hábitos
tienen que ver fundamentalmente con la capacidad de generar contenido. Aquí una
de las claves.
Contenido al fin y al cabo. Es la figura de los “prosumers”[i],
que son a la vez consumidores y productores de contenidos.
Y con la capacidad además de compartir esos contenidos con otros, constituyendo
así relaciones interpersonales que trascienden el espacio físico, formando esas
ya tan desgastadas en escritos “redes
sociales” que nos sirven tanto para filtrar información como para hacer
nuevos descubrimientos. Ya no estamos restringidos a compartir con las personas
que nos rodean en un entorno próximo, casi definido por las dimensiones físicas:
nuestros compañeros de oficina, los clientes que nos presentan, los colegas que
conocemos en un evento sectorial… ahora esas fronteras físicas se disipan, lo
que permite engrandecer nuestro entorno social con más personas y más diversas
(otros países, otras actividades, otras edades…). Así pues, contenidos y relaciones
son la esencia de esa “web 3.0”.
Podría pensarse que esta es una tendencia relacionada únicamente con el
ocio, los videojuegos o con los jóvenes. O, más reduccionista aún, con el ocio
de los jóvenes. De hecho así la gente del marketing llamémosles tradicional lo
contempló. Video juegos otro entorno, una realidad diferente. Muchos están
pagando duramente esa visión.
¡Que el mundo corporativo se queda al margen! Ese fue el grito de guerra
que dejó obsoleto muchas de las bases que dominaban el mundo de la comunicación
apartando al sector tradicional de ser operativo.
Y sin embargo, no es así. Cada vez son más las empresas, pequeñas y
grandes, que exploran las posibilidades de esta forma de entender Internet, la
globalización, el nuevo comercio. Y cada vez son más las personas a las que,
una vez acostumbradas a la flexibilidad y potencial creativo que proporciona
esta nueva visión, les resulta más difícil transigir con la forma en la que
funcionan habitualmente las empresas, tan acostumbradas al desequilibrio en las
relaciones, al “yo te digo cuándo, cómo y qué, tú solo escuchas”.
Para quienes nos movemos en un entorno corporativo (no necesariamente
como “empresarios”, sino como retribuidos de base, proveedores de servicios,
mandos intermedios, emprendedores, directivos…) puede ser relevante pararse a
pensar en qué forma nos afecta este cambio.
Un mundo enorme de información se abre ante nosotros. ¿Cómo es realmente
esa empresa en la que vamos a trabajar? ¿Qué tal funciona ese sistema
informático que me están intentando vender? ¿Qué hicieron otros como yo en una
situación parecida?
Gracias a la “web 3.0” encontraremos muchas respuestas a nuestras
preguntas. Respuestas además generadas por otros “como nosotros”, alejada de
los edulcorados mensajes empresariales preparados y ejecutados desde
departamentos de marketing y comunicación.
Si además utilizamos estas herramientas para ser nosotros los que
generemos contenidos, tendremos ante nosotros una notable capacidad para
posicionarnos y obtener visibilidad y relevancia en aquel los campos en los que
destaquemos: igual que nosotros acudimos a la experiencia de otros, otros
pueden ser los que acudan a la nuestra. De hecho en este momento está pasando
eso. No sabemos si mañana nos necesitaremos y contactaremos, interactuaremos e
incluso generaremos. Con nuestro contenido
estaremos enseñando al mundo (a TODO el mundo) nuestros conocimientos, nuestras
habilidades, nuestras actitudes. Construimos nuestra reputación.
Y tanto si el origen somos nosotros buscando información generada por terceros,
como terceros buscando información generada por nosotros, acabaremos
estableciendo relaciones entre personas. Relaciones que pueden descubrirse, en
un momento de terminado, como útiles más allá de la mera afinidad personal:
quizás, a través de este intercambio de contenidos, podamos descubrir un socio.
O un inversor para nuestro proyecto. Un directivo que necesitamos incorporar a
nuestro equipo. O un cliente para nuestra empresa. O un empleado con potencial.
O quizás nuestro futuro empleo. Es una realidad.
Abriendo el abanico de relaciones, ampliamos las posibilidades de
encontrar entre ellas a las personas que nos ayuden a desarrollar nuestros
proyectos dentro del mundo de la empresa. No voy a entrar en el personal se da
por hecho.
[i] La
palabra prosumidor, o también
conocida como prosumer, es un acrónimo formado por la fusión original de
las palabras en inglés producer (productor) y consumer (consumidor).
Igualmente, se le asocia a la fusión de las palabras en inglés professional (profesional)
y consumer (consumidor).